15 de julio de 2015

El Soñar de los Caminantes (II)



Imagen Tomada de: https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/736x/69/4b/f7/694bf796629557628f9362864a3ab0c4.jpg 
So Love This. Black Cat Print Cat Art from a painting  by AlisaPaints

Retomando las historias escritas en vida, vamos construyendo las aventuras que día a día nos van donando de locura, nos sumergimos en los quehaceres del olvido y damos rienda suelta a múltiples historias. De niños nos involucramos con el amigo imaginario, de jóvenes nos idealizamos con el primer amor y la obsesión del beso dado, del deseo hecho carne y ternura.
Nos contagiamos de ansiedad, de pecados ajenos, de lo más oscuro que encontramos en la mente del otro, como si crecer fuera producto del sufrir, como si permitirnos ser humanos nos costara el lujo de ser pensantes. Las historias las merodeamos como cascabel y las apartamos al suficiente ruido, encantados o no con el silencio, nos escabullimos entre los recuerdos y claro, comenzamos a delirar con ese primer sueldo, ese que nos hace sufrir con su llegada como lo hizo en su momento la partida de ese imaginario amigo.

Toda historia tiene su vagón de pasajeros y así como en su momento dimos vida y retorno a un joven Gabriel, dimos también rienda suelta a un peligroso Miguel, a personajes llenos de misterio y excusas, más excusas que historias a decir verdad. Pero es momento de dar pausa a esas excéntricas visiones del mundo, preferible es concentrar el escrito en lo que hay detrás de cada página, el verdadero ser de esa anomalía llamada literatura.

Bordeamos la locura cuando a nuestro entender no le es suficiente con lo que ocurre afuera, con el más rápido de los impulsos nos abogamos por la fe, sumergimos lo desconocido en oraciones y plegarias y rogamos a la deidad del caso que nos tire una ayuda, que nos auxilie en esos rincones de la vida donde lo racional es precisamente, invocar a lo irracional.

Lo irracional, lo irónico de una historia que acudió precisamente a la locura para hacerse escrita…

Desde niño he sido atendido con el don de la sensibilidad, más allá de llorar por todo estaba pues, el poder observar o entender más allá de lo que los adultos (para entonces) no comprendían. Se me facilitaba observar personajes que de mi imaginación brotaban y que a lo largo de cada trayecto de la vida se me iban pareciendo cada vez más exógenos, quizás ya en una más madura juventud pude entender ese juego de roles que la imaginación y la realidad me permitían, saberme expuesto entre lo irracional y lo inmaterial, ambos casos acuñados con el sentimiento de la duda, ser perplejo espectador o un mero inventor de excusas.

Se me acompañó tal virtud con la escritura de textos creativos, cuentos que despachaba desde la nada hasta la mismísima razón de ser celestino de jóvenes enamorados. Dar el lugar a las letras en mi proceso formativo, ser creativo y amar con locura el desempeño de cada personaje.

Todo comenzó con la inocencia de las cosas. Dibujar universos infantiles de pequeños héroes que salvaban el día, emular las historias de la televisión y el cine en pequeños fragmentos de vida, serme fiel en la conquista de cada sueño, imaginar otro mundo, escribirle al amor que no comprendía todavía, redactar vidas extensas que ya no eran humanas, dialogar en fábulas y volar pequeños escenarios.

Cada vacaciones viajaba a mi Girardot natal, allí construía mi tiempo dividido en amigos y cuadernos, en algunas oportunidades en el mismo frío de la Bogotá humana en compañía de mis tías me sentaba en el comedor a producir cuentos, agotaba cuadernos con mi propio pulso imaginando historias que nadie había contado. Era un creador de cuentos, un triunfalista soñador que en cada verano alcanzaba algún reconocimiento escolar por escribir ficciones que a otros incomodaban, era un nido de egos acumulados en pequeños personajes.

Una tercera variable en este molotov de encuentros fue siempre mi gusto por el cine de terror, y en el paso de los años Freddy Krugger ha sido quizás uno de mis personajes favoritos, ha sido por igual modo un personaje inspirador para mi proceso creativo en algunas pistas literarias, se me formaba pues una condición tan natural el escribir en actos violentos y de crueldad finita lo que años más tarde sería digámoslo de algún modo general, mi primera saga de cuentos (algunos muy mal obrados).

A pesar de mi gusto por el cine de terror y suspenso, desde niño mis pesadillas fueron relacionadas por otros factores, nunca en mi infancia tuve pesadillas a causa de alguna película de Freddy, Jason o el muñeco aquel, mis pesadillas son de otra estirpe, se van cocinando en lo más recóndito de mi memoria y va alejándome de la razón como una pala que quiere agrandar un hoyo; Se van construyendo escenarios llenos de temores y salidos de la más oscura imaginación, ser creativos hasta para crear sufrimiento, así pues, fui construyendo poco a poco murallas que me protegieran del mal soñar, que me despojaran de ser víctima de un personaje desdichado, por otra parte, me aumentaba la ansiedad con los escritos de terror en que hacía mis primeros intentos, desde lo paranormal veía con gran interés fenómenos que nadie explicaba.

Amante de las historias de miedo que comentaban mis vecinos, de esas peripecias de fincas, de grandes sustos ocasionados por juguetones e invisibles duendes, por brujas que alguien afirmaba haber visto o los melancólicos llantos de una llorona que terminó por ser una leyenda latinoamericana. Curioso de  las revistas extranjeras que amigos y vecinos tenían en la entonces análoga década de los noventa donde se menospreciaba la existencia o no de personajes de mitos y leyendas.

Personajes que se suscribieron en la ficción de juegos con monedas o invocaciones deficientes a punta de tijeras y hojas en blanco, un nivel de curiosidad elevado, tan elevado que me saltaba la barrera para ver los toros más de cerca, querer preguntarlo todo, querer vivirlo, contarlo, poderlo llorar y luego reír, de todo un poco menos imaginar que la razón sería la ausente de toda convicción, sería la locura perfecta para un cuento que quizás algún día me atrevería a escribir.

Ese día finalmente llegó.


AV

No hay comentarios.: