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IV.
Elin caminó desorientada con el sol saliendo entre las nubes, el ligero frío de un otoño europeo le daba la bienvenida a Roterdam, encontró un teléfono público más adelante pasando la plaza central, sin explicación ni motivación se acercó y encontró preciso una moneda en el suelo en medio de la plazoleta. Tomó la moneda y guiada por el instinto automático de la supervivencia llegó al teléfono para llamar a casa.
Una voz grave le recibió el otro
lado de la línea, era su hermano mayor, Daan Bakker. Llorando le saludó y en un
gemido de auxilio intentó explicarle que estaba en la biblioteca de la
universidad, él sin entender bien lo que narraba Elin, intentó calmarle dando
señal de que iba por ella.
Preciso pasaron cuarenta minutos
cuando junto a su madre, Julia, llegó Daan a la plazoleta encontrándola sentada
en un banco de lado derecho, estaba roja, sentía mucho frío y con lágrimas
buscaba sentido a la vida.
La abrazaron y con algo de
oraciones familiares le guiaron hasta casa donde después de un buen plato de
sopa de guisantes y salchicha ahumada conversaron sobre lo ocurrido.
Para Elin la gran sorpresa no fue
solamente ausentarse de casa con una extraña confusión al interior de la
biblioteca sino, notar que había transcurrido una semana desde su inexplicable
andar por un mundo sin nombre ni forma.
La policía llegó a la residencia
Bakker para verificar todos los detalles, por demás inexplicables, de la
ausencia de Elin esa semana. Entre las indagaciones buscaron lógica alguna del
paradero de esta al interior de la biblioteca, dando a entender la posibilidad
de haber sido secuestrada por algún funcionario o al menos, haber quedado
encerrada sin su consentimiento en alguna especie de habitación o sótano.
Al caer la tarde, la policía se
retiró de la casa dejando a la familia descansar, Daan intentaba entender lo
ocurrido, Julia la madre, en silencio, lloraba a sus adentros y enfocada en
hornear algo de carne pasaba el tiempo en reflexión. Elin durmió profundamente,
mientras que la prensa empezaba a llegar para buscar datos y explicaciones de
la aparición de la primera mujer secuestrada en Roterdam en el periodo de
posguerra.
La noticia llegó por radio como
una novedad y Marcelo la escuchó mientras estudiaba en su incómoda habitación.
Desde una semana atrás cuando estudiaba en la biblioteca y reportó la
desaparición de Elin, intentaba por todos los medios encontrarla además de
encontrar calma para prepararse para los cursos del doctorado.
Tomó su mochila de tela y en una
bicicleta que su amigo Thomas J. Van Arsdale le había
prestado, llegó hasta la residencia de la familia Bakker. Se presentó y en un
inglés que ellos poco entendían, exponía cada detalle de lo ocurrido esa semana
atrás, explicaba que fue él quien interpuso la denuncia en la oficina de
seguridad del campus y por insistencia de la policía, fue entrevistado en
reiteradas veces como sospechoso.
Daan, el hermano mayor de Elin,
tomó con desconfianza la llegada de Marcelo, pero la actitud y quizás, el
intento de hablar un neerlandés básico el daba la fe de que todo lo que
pretendía comunicar en cierto modo se podía tomar con veraz.
Le brindaron un plato de sopa
también, un vaso de agua, escucharon cada una de sus preocupaciones. Elin
despertó ligeramente y escuchó la voz de Marcelo en la mesa de comedor, se
levantó de la cama y con algo de mareo alzó la voz para preguntar quién estaba
en casa.
Daan le insistió en que descansara,
pero ella quería verlo. Al salir de la habitación lo encontró delgado, más allá
de lo que le recordaba. Soltó un gemido de agradecimiento y se le acercó para
abrazarlo, incluso delante de la familia le besó, para sorpresa inclusive del
propio Marcelo.
Tomó una de las sillas de la
cocina y se sentó en medio de Daan y Julia, la madre. Mirando a Marcelo a los
ojos y con una seña de calma comenzó a compartir uno a uno los recuerdos de su
estancia en aquel lugar al que ella prefirió llamar “Un mundo oscuro lleno de estrellas y seres abandonados”.
Al finalizar el testimonio,
ninguno de los presentes quería opinar o dar alguna interpretación, incluso se
negaron a hacer preguntas sobre los detalles.
Elin tomó a Marcelo de las manos y
le invitó a salir de casa, afuera en la puerta le besó nuevamente como si fuera
el amor de su vida, un beso que a bien podría señalar años de nostalgia. Daan
observó todo a la distancia y no aguantó las ganas de intervenir, se levantó y
abrazando a su hermana por la espalda con la calidez de un hombre protector, se
dirigió a Marcelo en un complejo neerlandés que pro supuesto Elin pudo traducir
a un inglés legible:
“Si bien mi hermana te aprecia y
al parecer te ama, aun cuando nadie en casa te conoce, serás bienvenido. Si no
tienes donde vivir ven a casa con nosotros, comparte con ella y si el amor es
tan real como ella insiste, podemos recibirte como parte de la familia. Es tu
decisión, pero te exigimos aprender a hablar el idioma y claro, los valores de
esta familia”
Marcelo abrió los ojos con sorpresa.
Hizo una venia en muestra de respeto y aceptó la invitación, explicó
ligeramente su interés de aprender el idioma no solo como compromiso con el
doctorado y la beca sino, con la familia que le recibía, aceptando renunciar
incluso a su nacionalidad y cultura.
Julia, la madre, alzó la voz desde
el interior de casa pidiendo que entraran nuevamente, estaba oscureciendo y el
pobre joven no tenía abrigo para andar así en las vías.
Todos entraron obedeciendo las
órdenes de la jefe del hogar.
Se sentaron en un sofá frente a un
moderno televisor Phillips,
comenzaron a ver la emisión de noticias de las siete de la tarde, Elin entendía
muy bien que su nombre sería noticia en todas partes, en especial en la
universidad a dónde debía de ir a reportarse a la mañana siguiente.
Marcelo poco entendía de las
noticias salvo algunas oraciones, momento que Elin aprovechó para decirle que
en ese universo oscuro habían más personas igual de perdidas, que no sabría a
ciencia cierta cómo pudo salir o qué la hizo salir, pero algo grande y con
mucho poder estaba allí condenando a los pobres caminantes.
Le mencionó, además, de la otra
mujer que vio allí extraviada, se le notaba por igual desesperada buscando una
salida, simplemente que no entendía de dónde era pues su ropaje y expresiones
no eran de esta ciudad ni de la misma universidad. Era una biblioteca
diferente, con televisores en muchos escritorios con la pantalla delgada como
un tablón de madera y las lámparas del lugar, blancas, como un hospital.
También le habló de que vio por un
momento a un grupo de jóvenes en una especie de autobús, pero extraño, con
sillas y botones que eran propios de las películas del espacio.
Marcelo en silencio tomaba cada
detalle como una nota mental, de seguro en algún momento de su vida eso
serviría para algo, quizás, para identificar al que haya secuestrado a Elin, o
entender aquello que ella vio del otro lado de la ventana en dónde le vio por última
vez.
Al finalizar la emisión de
noticias la familia Bakker brindó un abrigo más acorde a la temporada y acompañó
a Marcelo a llegar a su residencia, a una larga distancia de donde ellos
vivían.
Elin le besó y pidió que se vieran
nuevamente en la universidad al día siguiente, quizás era pertinente le
acompañara en su reporte ante las autoridades, además de retomar las clases de
idiomas.
Marcelo sonrió y con un beso se
despidió, alzó la mano para despedirse de Daan y entró al edificio dónde le
esperaba su compañero Thomas, quien con una mirada de solidaridad le esperaba.
Se sentó un rato en la habitación
y en silencio dejó escapar uno a uno sus pensamientos, intentando entender lo
inexplicable, entre esos, el misterio del amor y la fantasía.
Estaba enamorado de Elin.
AV.



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