18 de enero de 2015

Domingos de enero.




Street Light and Cats Wall Sticker
by:  amandabetty


Es domingo, día de reflexión y descanso, momento de pasar la tarde viendo películas o series de televisión de corte romántico, con tintes de comedia, con un poco de tragedia, no sé, diatribar en redes sociales o salir a tomar gaseosa a la calle con los seres queridos. Tiempo de magia y pasión, de poesía y amor propio.

Ha sido una semana muy bella en compañía del ser que uno quiere, del que se está enamorado, también hubo tiempo para los amigos y claro, para dar atención a los asuntos laborales, inmiscuirnos entre páginas, copas y música. Dejar a los sentidos ese placer de identificar en el tiempo libre las caricias que nos animan a iniciar cada mañana, que nos lleva a enfrentar la semana con más pasión que pereza, sentirnos únicos en los brazos de alguien, dejarnos empujar por la brisa como una hoja seca que cae del árbol, pero que su caer, es poesía para el más sensible de los mortales.

Hemos dado paso a la reflexión – bendita reflexión – y las historias del ayer y otros tiempos, recorrer los lares de la vida con cada compañero que se nos va, con cada historia que se nos queda impregnada en el escritorio, como si quisiera ser arrastrada por la corriente, como si fuese a terminar en algún Blog local o en los labios de una bella mujer. Cada historia nos hace especiales y nos convierte en escritores de diversa índole, cada historia hace de ustedes los lectores, un personaje de inmensa índole, como un sonsonete en la memoria de lo cotidiano.

Es domingo y nos recordamos en esos tiempos de emisoras y casettes para grabar las mejores canciones, perdernos en la programación y suspirar con los artistas del momento, dejarnos olvidar en el olvido de unos años donde fuimos grandes héroes de ficciones y tareas, perdernos en el tiempo libre.

Es domingo y también hay pereza para la memoria, inclusive, se me dificulta la escritura de esta entrada como si quisiera pues que no ocurriera nada, que fuese mejor seguir en cama viendo televisión o sentarme en un costado a leer la prensa y escuchar una emisora local, se me derrama la semana entre las manos, pensándole como suscribir cada intención en sus días, ya con reuniones programadas para el lunes y jueves, ya con la posibilidad de viajar el miércoles o por qué no, con el tedio de no esperar nada.

Se me ahoga la ansiedad porque inicia un nuevo periodo cargado de proyectos y emociones fuertes, de retos que se engrandecen en mi mente, de proyectos que se hacen visibles en la marcha, del tiempo que fue tiempo y las ideas que fueron ideas, de las noches con sus días y de la melancolía con sus historias. Ahora mejor se me enfunda la ansiedad con las horas, el aprender a esperar y dar para recibir, el construir en pareja y derivar cada esfuerzo en planes y proyectos, subirnos al bus de la constancia, ser parte del fruto que cae del árbol, de la rama que extiende sus hojas para alimentar a los demás.

Prefiero dejar en las baladas de la emisora local la corriente del día, que se pierda en horas y horas de reflexión, que me quede la temperatura de un bonito día soleado, de un domingo de amores y letras, quizás un poco de noticias deportivas de fondo, algo de pereza y muchos pepinillos sobre la mesa, dejar la silla vacía con el antojo de terminar un buen día.

Es domingo y quizás sea mejor idea recordarnos como personas con necedades y ansiedades, evaluarnos desde la distancia, ser ajenos a lo que el mundo nos exige, para regresar mañana en el expreso del amor a las horas de cada rutina, a iniciar de nuevo los ciclos del nuevo año.

Dejar todo en manos de un domingo cualquiera.




AV 

1 comentario:

Iván R. Sánchez dijo...

Siempre he sido, no más que un sonsonete. Soy esa sensación de zumbido en los ídos. Toda una molestia. A mí los domingos no me dan ganas ni dejar pasar la vida, de hacer tanto como nada, y nadar en la constante de lo hecho y desecho. Ni modo.