15 de enero de 2015

Una Flor.




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Una flor se regala cuando hay sentimientos que quieren apoderarse de ese vacío que la melancolía puede llenar si uno se descuida, sirve además, para adornar esas esquinas vacías de vida que encomendamos en el hogar.  Darle utilidad a esos muebles que se niegan a guardar recuerdos a cambio de servilletas y manteles.

Somos personajes ilustres en el relicario de recuerdos de nuestras madres, a ellas, la más ejemplar de las mujeres es a quienes debemos de ofrendar las mejores flores de cada jardín, traer a su morada la más vistosa de las Margaritas, Heliconias o Claveles, darle Girasoles, un Bonsái quizás, caer en las Violetas o por lo menos, en cuadros de gran pintura donde la acuarela se humedezca con el papel y haga de su aroma, la más viva de las rosas.

Regalar una Flor nos hace humanos porque desprendemos de lo natural, un detalle que para siglos atrás era más artificial. Dejamos a la codicia construir un poema y de allí, de sus versos y soneto, arriesgamos la prosa hasta la más infame de las intenciones, nos convertimos en seres ingratos, hacemos de la ausencia una costumbre irremediable que nos hace ser groseros con el prójimo y bueno, hacemos de una flor la mejor de las herramientas para brindar homenaje cuando el amigo ya ha partido al más allá, lejos del acá.

La más opaca de las ventanas, con sus vidrios empañados y sus cortinas deshilachadas puede ser la más hermosa de las casualidades cuando una flor se posa sobre su  base, allí, sola, única, sin prisa y con mucho por decorar, pasar de ser una simple ventana a transformar todo un hogar en un bello encuentro familiar.

Una flor es la manifestación poética de lo que la luna jamás fue capaz de ser en manos de una mujer. Es la fortuna más delicada  que un hombre ambicioso pueda ostentar entre sus pertenencias, se hace a sí misma una quimera de llanto y sonrisas, vuelve en alquimista a aquel origamista que transforma al billete de lotería en flores de papel.

Somos seres de costumbre y seguimos tradiciones, a las tradiciones sumamos misticismo y fanatismo. Al fanatismo le sembramos convicciones y a las convicciones le alimentamos con intenciones, a la final todas las intenciones las embellecemos con flores, flores frescas o flores secas, Popurrí para el centro de mesa, o una corona para la familia del que ya no volverá.

Regalar un libro de poemas de Pablo Neruda a la persona de la que se está enamorado es pues, regalar inspiración. Ahora bien, regalar el libro de las preguntas, para encontrar las respuestas en una flor, en un libro para la eternidad es pretender en cada página que la vida nos cuestione de una bella manera, nos invite a su cuestionario de sanidad, a ese recoveco del alma donde las flores son importantes por su aroma y no por su color, por su comodidad y no por su utilidad.

En la estética es donde nos encontramos y damos valor de cambio a cada premisa del tradicionalismo, del historicismo del amor. Serenatas y poemas, flores e invitaciones a cenar, Margaritas, o quizás claveles, seremos lo que el amor nos permita ser, nos enamoramos porque permitimos ser flores en el alma del otro, nos entristecemos porque marchitamos la dignidad en un adiós, por más error que sea o descuido que merezca.

Regalemos vida, quizás, semillas para sembrar, quizás besos envueltos en abrazos y cargados de mucha vitamina. 

Demos al otro que no está un homenaje en vida, invitemos a su hogar una salida a tomar esa bebida que hace mucho no receta, hagamos de las familias el centro del universo, la ronda musical de cada  batalla. Vivamos dentro de los corazones de los desesperados para así en cada página escribir un poema, quizás un poco de Neruda, porque como bien Pablo lo ha encomendado a su literatura, para nacer se ha nacido, desde un Canto General, o por qué no, desde una canción desesperada; todo desde la virtud, el amor, la ternura, pero también desde la cobardía, la osada manifestación de pereza y cinismo, el cartelismo de los que necesitan reconocimiento, el poemario de la juventud.

Me agradan a fondo esos personajes que permiten que la ficción construya sus pensamientos, que se desvanecen en historias para germinar en ideas. Es que compañeros de lectura, a una mujer enamorada se le enamora con la más ficticia de las verdades, las intenciones que salen del corazón, nosotros por su parte, como hijos del sol, nos enamoramos por la más real de las mentiras: El futuro que queremos visitar.

Las flores son para la vida, las historias para construir vida, los recuerdos para pavimentar los pasillos de la nostalgia, los amigos para justificar las salidas, los amores, los amores son para construir vida dentro de cada poema, dentro de cada canto desesperado o amargado.

Escapar con confianza de una rutina es buscar en lo que nos es constante, una razón de ser y qué mejor ejemplo de ello que el oficio de Jardinero. Por su parte, la literatura se ha encargado de sembrar dudas y prejuicios, instalar miedos y confrontar conocimiento a lo largo de la humanidad, como si no fuese suficiente con ser humanos y codiciosos.

Regalar una Flor, es el acto más humano para aquellos que se desapegaron de su humanidad y enfundaron la túnica de la individualidad. Regalar un libro es lo más humano que podemos soportar, en especial por aquellos que aún siguen buscando su humanidad en letras y saberes.

Regalar un libro de Pablo Neruda es pues, Regalar una Flor hecha poesía.



AV

3 comentarios:

Karenina dijo...

Un libro es una casa donde habitan muchas cosas.

La poesía es el espejo ancestral en donde se refleja la conciencia colectiva de nuestro sentimientos angustias y anhelos.
"Gladys" no me gusta mucho, pero debo agregar que gracias a el descuido, y poco apego a sus libros llego este gran regalo a manos mías.

"¿porque los inmensos aviones no se pasean con sus hijos?
¿Cual es el pájaro amarillo que llena su nido de limones?
¿porque no enseñan a sacar miel del sol a los helicópteros?
¿Donde dejo la luna llena su saco nocturno de harina?"

¿porque ahora y no hace 4 años?
¿eres feliz?
..... y La vida poco a poco nos va dando las respuestas!

Que bonita vuelta de pagina, que inspiradores tus renglones, y si hablamos de semblante, hoy brillas!
Gatito!

Iván R. Sánchez dijo...

¿Será esta una nueva forma de escritura epistolar? ¿El comentario?

Quisiera saber a qué se debe tanta referencia al bonsai.

Ahora, por bello que pueda resultar, no comparto la oda a la flor, me parece otra sobreactuación. Aquello no deja de parecerme la resulta de un gusto particular y no dejo de pensar en el "dar" y en la gracia, de lo común que resulta cada escenario en que se comparte, de lo sensato que es atender a cada tradición y aquella satisfacción programada al hacer algo que espera una respuesta "tradicional".

Pero con esto si estoy de acuerdo:

"Regalemos vida, quizás, semillas para sembrar, quizás besos envueltos en abrazos y cargados de mucha vitamina".

Ahora, leyendo hasta el final, no veo otra cosa que la reafirmación de un hecho que encuentra por más, poético y grandioso: Regaló un libro o se lo regalaron.

Cartas Abiertas dijo...

Me encantan tus escritos. Flores. Vino. Ambos con su capacidad de trasmitir...