Nuevamente la prohibición se convierte en la piedra filosofal de la sabia y prudente clase política latinoamericana, para nuestro caso local, en Colombia, la prohibición reaparece ahora como mecanismo de defensa ante la posible aparición de males y desastres, pero no como mecanismo de “prevención” es decir, mecanismo que permite desde la pedagogía, la comunicación en doble vía y la interacción político-administrativa de los gobiernos locales con sus ciudadanos la búsqueda y puesta en marcha de soluciones a situaciones socialmente problemáticas.
Mientras en la ciudad de Santiago de Cali la Alcaldía Municipal busca con preocupación la gestión de políticas e iniciativas ciudadanas que nos permitan recuperar la cultura y el saber popular caleño, pretendiendo resurgir las denominadas verbenas de barrio y la tradicional fiesta de orquestas de salsa en la ciudad, el caso Barranquillero es totalmente diferente e incoherente con su condición de carnaval. Sin aras de defender la fiesta costeña como una fiesta que representa la cultura popular costeña y que con el respaldo de la Unesco se le ha dado el título de Patrimonio Inmaterial, ahora por medio de sus dirigentes locales pretende PROHIBIR la realización de las Verbenas populares de los Barrios de Barranquilla como medida de prevención en materia de seguridad y convivencia cívica.
Gran contradicción se gesta del mismo modo en que si la razón de ser del carnaval (más allá del sentido comercial de presencia de marca y consumo cultural) es la cultura popular costeña, entonces ¿por qué la alcaldía se propone a prohibir la base popular de las fiestas de la ciudad? De igual modo, tal como sucedió en Cartagena estas prohibiciones sin sentido alguno pedagógico van mermando la participación y confianza ciudadana a espectáculos y procesos de representación cultural ciudadana, para completar en este orden de ideas, que al carnaval de Barranquilla también le colocaron Hora Zanahoria cuando bien es sabido que en tiempos pasados esta festividad se reconocía por su interminable celebración y festejo.
Si bien la Capital Colombiana, Bogotá D.C por medio del Decreto del 5 de enero de 2009 entró a regular y a prohibir de manera simultánea la dinámica de la rumba capitalina, en Barranquilla y Cartagena estas medidas comienzan a tomar fuerza por encima de los intereses o procesos de los ciudadanos que sí se encuentran organizados o están para servirle a la ley local.
Estas prohibiciones si bien son certeras y apropiadas para solucionar problemáticas de seguridad y violencia ciudadana (con el respaldo y apoyo de la Policía) son al mismo modo de la seguridad, una completa e intolerante medida de rechazo y control político a mecanismos de persuasión ciudadana o inclusive los mismos proyectos de pedagogía y cultura ciudadana que buscan el acercamiento del ciudadano con la administración municipal, programas que se enfocan en construir proyectos y políticas con el apoyo y la opinión del ciudadano, pero, con estos decretos de prohibición se inicia nuevamente el desencanto de la política.
Esperemos esta no sea la nueva dinámica del 2009.
AV
Mientras en la ciudad de Santiago de Cali la Alcaldía Municipal busca con preocupación la gestión de políticas e iniciativas ciudadanas que nos permitan recuperar la cultura y el saber popular caleño, pretendiendo resurgir las denominadas verbenas de barrio y la tradicional fiesta de orquestas de salsa en la ciudad, el caso Barranquillero es totalmente diferente e incoherente con su condición de carnaval. Sin aras de defender la fiesta costeña como una fiesta que representa la cultura popular costeña y que con el respaldo de la Unesco se le ha dado el título de Patrimonio Inmaterial, ahora por medio de sus dirigentes locales pretende PROHIBIR la realización de las Verbenas populares de los Barrios de Barranquilla como medida de prevención en materia de seguridad y convivencia cívica.
Gran contradicción se gesta del mismo modo en que si la razón de ser del carnaval (más allá del sentido comercial de presencia de marca y consumo cultural) es la cultura popular costeña, entonces ¿por qué la alcaldía se propone a prohibir la base popular de las fiestas de la ciudad? De igual modo, tal como sucedió en Cartagena estas prohibiciones sin sentido alguno pedagógico van mermando la participación y confianza ciudadana a espectáculos y procesos de representación cultural ciudadana, para completar en este orden de ideas, que al carnaval de Barranquilla también le colocaron Hora Zanahoria cuando bien es sabido que en tiempos pasados esta festividad se reconocía por su interminable celebración y festejo.
Si bien la Capital Colombiana, Bogotá D.C por medio del Decreto del 5 de enero de 2009 entró a regular y a prohibir de manera simultánea la dinámica de la rumba capitalina, en Barranquilla y Cartagena estas medidas comienzan a tomar fuerza por encima de los intereses o procesos de los ciudadanos que sí se encuentran organizados o están para servirle a la ley local.
Estas prohibiciones si bien son certeras y apropiadas para solucionar problemáticas de seguridad y violencia ciudadana (con el respaldo y apoyo de la Policía) son al mismo modo de la seguridad, una completa e intolerante medida de rechazo y control político a mecanismos de persuasión ciudadana o inclusive los mismos proyectos de pedagogía y cultura ciudadana que buscan el acercamiento del ciudadano con la administración municipal, programas que se enfocan en construir proyectos y políticas con el apoyo y la opinión del ciudadano, pero, con estos decretos de prohibición se inicia nuevamente el desencanto de la política.
Esperemos esta no sea la nueva dinámica del 2009.
AV
4 comentarios:
Si, de acuerdo, la historia nos ha mostrado que la prohibición no es la salida.
Estoy de acuerdo contigo que evidentemente la prohibición no sirve para nada mas que generar nuevos mecanismos para saltar la regla.
El caso particular de Barranquilla, desde hace mucho tiempo que el Carnaval se ha movido en torno de intereses particulares dejando a un lado su verdadera identidad y por algo inmaterial, que se encuentra en su gente, en la expresión que la gente ha generado y ha convertido el Carnaval en lo que es, un patrimonio.
Que pena leer estas noticias desde la distancia.
Saludos
Lo Preocupante en este caso amiga CALILA es que mientras en Cali se busca urgentemente recuperar esas tradiciones populares debido a que la tecnocultura ha infringido la barrera de lo social, en Bogotá se cierran oportunidades y Medellín despilfarra dinero en apoyar a su cultura popular, la costa caribe colombiana (incluyendo a Valledupar que no es costero) pierde su cultura popular por prohibiciones y decisiones políticas ajenas a la representatividad de la gente. Aquí compartiendo el punto de nuestro amigo THERAQ es donde me cuestiono como politólogo y gestor cultural: ¡¿Qué caramba están haciendo los representantes a la cámara del congreso para preservar la cultura, o en el caso mas triste, qué está haciendo nuestra MinCultura ?
Un abrazo y gracias por leerme, espero sigamos asi !!
Creo que -como lo hiciste notar al comienzo del texto- aquí se actúa por emergencia y no por prevención. Se destapan huecos para tapar otros y no se piensa en las condiciones a largo plazo, creo que ni a mediano-plazo.
Pienso que es una cuestión complicada puesto que hay muchas fuerzas ejerciendo presión detrás de estas políticas, muchos sectores influyentes exigiendo beneficios, organismos de control exigiendo resultados... distintos intereses a la promoción de la cultura al fin. Cada quien pide lo suyo y en cuanto a este tema, no forma parte de las prioridades de todos... y es una tristeza.
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